Reseña

“Una mentira deliberada no es un 'error', una 'ilusión' ni una opinión insuficiente, sino una acción, pues consiste en una forma de intervención humana a nivel del discurso que afecta directamente a los hechos. Ahora bien, la esfera política refleja esta ambigüedad inherente a la acción, donde la mentira se convierte en un procedimiento casi 'natural' (...). Hasta tal punto que se puede llegar a un sistema amplio y detallado de mentiras organizadas que obtiene una legitimidad pública generalmente catastrófica”.
Recordé este extracto del breve artículo sobre ética que el profesor Antônio A. Serra escribió hace más de tres décadas, inspirado por Hannah Arendt, cuando leí este libro en el que Marco Schneider se une al esfuerzo para combatir la desinformación que se ha extendido de forma alarmante y aparentemente incontrolable desde que las grandes empresas tecnológicas de Silicon Valley se apropiaron del espacio que los tontos, o los muy inteligentes, promocionaban como una nueva era que finalmente permitiría la libre expresión para todos, vendiendo ilusiones mientras desarrollaban mecanismos para favorecer el cultivo de lo peor de las emociones humanas.
Esta "mentira organizada" inherente a la política alcanza entonces niveles sin precedentes, lo que Marco llama "desinformación digital en red", con consecuencias aún más catastróficos porque penetran profundamente en la sensibilidad de la gente común. Él sabe que se trata de "la actualización de prácticas y motivaciones muy antiguas", y por eso busca en los estudios clásicos sobre la verdad y la mentira un conocimiento que pueda eventualmente (...) ayudarnos a comprender mejor a qué nos enfrentamos.
Este libro plantea una serie de preguntas destinadas a "comprender mejor el mundo para transformarlo y mejorar la vida". El resto, dice Marco, son detalles. Sin embargo, "el diablo, el padre de la mentira, vive en los detalles". Y yo diría que uno de ellos expresa nuestra mayor dificultad. Porque la tarea esencial de "desmitificar a los mistificadores" no se logrará "desenmascarando sus mentiras, demostrando que se benefician de ellas y demostrando que sus argumentos son peores que los de sus críticos": eso sería apostar por lo que Vladimir Safatle llamó una vez "la Ilustración ingenua". Pero los elementos que aporta el libro nos permiten ver que el problema es mucho más profundo, y que esto, en lugar de desanimarnos, debería llevarnos a pensar en maneras de “combatir la mala fe y el autoengaño” e “inventar nuevos usos para el big data, comprometidos con el bien común”.
Sylvia Debossan Moretzsohn