Obertura Cubana
Aquí la poesía trata de conjurar la adversidad social que, desde el siglo XIX, afecta a la comunidad imaginada que llamamos Cuba. Como la historia no debe ser “narrada por sus piedras”, el sujeto poético se adentra con pasión y lucidez en la novela de la nación cubana, donde todavía hay mucho machete que dar. En su recuento predomina el punto de vista del débil, del héroe anónimo, del arrinconado en los márgenes del texto y, sobre todo, del contexto. Se opone a la visión dualista y teleológica, critica toda visión interesada de la realidad, y ejerce la mirada desnaturalizadora propia de la poesía. Obertura cubana se asume a sí mismo como un palimpsesto, una escritura dentro de otra escritura, incluso una reescritura hecha con conocimiento de causa y sentido de pertenencia. La sombra de Martí, el poeta que imaginó Cuba como algo más inclusivo que una nación postcolonial, resplandece en estas páginas. Los mejores momentos del magnífico discurso poético de González Sánchez se da cuando confluyen lo social y lo personal, la página de otro y la experiencia propia. Y cuando el lenguaje deja de ser crónica y se siente seguro de su especificidad en el campo del conocimiento. En este libro mayor, la poesía cumple una vez más su función esencial de oponerse a la adversidad, de ayudarnos a sobrevivir y alcanzar «una futuridad / que se edifica como un rompecabezas».