Noé delirante
Fue el poeta y teórico español Carlos Bousoño quien, después de leer los primeros poemas de Noé delirante, dijo a Arturo Corcuera que con su libro había descubierto una veta y le aconsejó que lo continuara. Y cuenta el poeta peruano que mientras escuchaba aquellas palabras del insigne profesor universitario imaginaba cómo hacer. Entonces, siguiendo los episodios de la vida del patriarca bíblico, hizo dilatar su historia hasta la edad contemporánea. El volumen inicial (1963) se iría ampliando en sucesivas reediciones hasta que el propio autor decidió darlo por terminado «a los cincuentaitantos (tontos) años de mi edad».
Componen Noé delirante cuatro libros: Presagios del diluvio, De los duendes y la villa de Santa Inés, Inauguración del otoño y A bordo del Arca. En él, Arturo Corcuera echa mano a un modo de fabular desobediente, ingenioso y diverso que deriva de un objetivo confesado: «me animaba el propósito de enmendarle la plana a los más célebres fabulistas». La construcción de su universo poético parte de un dictado generacional: todo es poetizable, por tanto, resulta singular y heterogéneo. Los seres vivientes y no vivientes que contiene esta Arca proceden fundamentalmente de la geografía en que se desarrolló la infancia del autor y de los distintos espacios del hogar en Santa Inés. Breve y debidamente aparecen personajes de los dibujos animados y clásicos de la literatura infantil. Los objetos personales, los que adornan la casa, los heredados o llegados como regalos se animan porque contienen ellos la memoria familiar e individual. Los poetas muertos son los huéspedes de la noche.