Diario de las revelaciones
Gustavo Pereira nos recuerda algunos de los recorridos de su condición intelectual: «En el idioma de los waraos, que desde hace miles de años habitan el inmenso delta del río Orinoco, kuai nabaida significa “mar de arriba”. Tal nombre dan al firmamento […] los indios que recorren sus cursos, conocen sus hablas y consideran sus regazos generosos […] Por eso, para nombrar sus dones, ellos hablan en poesía». Consecuente con esta conciencia de la escritura, Pereira nos motiva a concebirla como algo al mismo tiempo íntimo y compartido, donde el tiempo remoto y el presente inmediato confluyen en el asombro y la complicidad del lector. Cada palabra del autor persigue la expresión y el ámbito en que él y el interlocutor desconocido (¿desconocido?) son cautivos de ese lenguaje, ese diálogo integrador y esa materia insurrecta que es su prosa poética, para contar la historia iluminada del hombre.