Todos somos islas
Los cuentos de Todos somos islas transcurren en un mismo lugar sin nombre, una ciudad caribeña, sucia y desigual. Sus protagonistas comparten escenarios en distintas etapas de la vida, entran y salen de cada relato y se desarrollan a lo largo del libro sin pretensiones novelescas. Desfilan ante nuestros ojos, entre otros personajes, pandilleros que sueñan con irse de polizontes a los Estados Unidos, un boxeador obligado a derrotar a su ídolo para convertirse en campeón mundial, un director que anhela grabar la escena de violación más realista de la historia del cine y una empleada de zoológico que roba la comida de las fieras para pagar el asilo de su madre. La obra logra, al decir del jurado que otorgara el premio, «un cuadro estremecedor» de una realidad que se hace familiar y que, «sin respuestas ni moralejas», hurga en lo más profundo de la psicología y la cotidianidad latinoamericana.