Feminismos, estéticas travestis y teoría queer
Cada mujer se adscribe a una raza, una clase, una edad, tiene una relación específica con el espacio o el trabajo; por eso es imposible definirla, definirnos, únicamente desde el cuerpo y la naturaleza, fuera de la historia. Somos un cruce entre todas esas relaciones de poder y discurso, dice Nelly Richard, quien además impugna la existencia de un «ser latinoamericano» homogéneo e incuestionado, casi un mito. Incluir «las condiciones históricas de explotación y opresión» en el análisis de la situación social de las mujeres y hacer «teoría en acto», sin olvidar cuánto de vivencia política alienta en cada experiencia individual, es tan vital como combatir «el imperialismo académico de las terminologías y bibliografías metropolitanamente consagradas». Al rememorar un acto específico que puso en escena el desenchufe entre la postulación de lo queer primermundista con otras sexualidades disidentes, la autora ofrece una demostración práctica de cuán necesario es, siempre, contextualizar. También reivindica «la copia periférica» y confirma cuánto valor crítico-político mantienen la teoría y la crítica cultural, indispensables a nuestra búsqueda de la emancipación.